sábado, 18 de agosto de 2007


Voy en el tren, está anocheciendo.

Me alegro de haber cogido este tren de luces naturales que se apagan y neones que se encienden. He sangrado allá arriba, en la montaña.

He escrito. Hasta el principio del esfuerzo, del bloqueo; luego lo he dejado. Me he echado a dormir una siesta sin arrepentimiento, profunda, de las que alivian el dolor aunque los sueños sean espesos. No es como otras veces.

Ahora me siento ligera (¿ligera?), con las piernas blancas, encerrada en mí; los minutos pasan rápido y me da pereza ir a todos sitios y a la vez me da igual. Sé que no tengo fuerzas pero, en este momento, si estuviera en medio de un estadio, con un estruendo demoníaco de música en directo, me movería al compás de los graves, uno, dos, despacio, y creo que estaría ausente y feliz. Incluso preparada para fumar y beber algo fuerte y caliente, que apriete rápido pero que no haga delirar. A lo mejor también el yugo, la mano delictiva, asesíname o algo parecido.

Es milagroso cómo desaparecen los temores con la sangre (dos trenes acaban de rozarse a una velocidad imposible y yo he agradecido el temblor). No es que todo me dé igual. Es que estoy algo dormida, algo enterrada, hinchada por dentro.

Tú puedes arrastrarme hasta el infierno y obligarme a bailar (pero sé que no vas a hacer eso). También puedes venir, delicadamente, abrir mi vientre con un corte afilado y profundo, separar mi carne a los costados y rebuscar entonces, entre mis vísceras, ese objeto brillante que hace tiempo perdiste.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy la primera! soy la primera?

Me vuelves loca y lo sabes. El libro que me has prestado, también, por cierto. Las letras que vienen de tí me son siempre acertadas, familiares, en definitiva... qué fácil me lo pones! Tras leerte he hecho mis cuentas y tristemente, he de volver a decir: por favor... alguien sabe cómo detener la sangre?

NáN dijo...

«de les tristors en farem fum».

Lo dice la foto, ¡qué bella!, con los colores llevados tan hasta el límite que la foto está a punto de transformarse en otra cosa.

También escribir hasta el principio del esfuerzo, ¡qué bien!, te ha llevado hasta el principio de otra cosa. (Una siesta de sueños espesos antes de coger el tren. Espero que algún día alguien trate de cotejar textos, fechas, e intente, inútilmente, averiguar qué parte de tus escritos desembocó ahí).

AROAMD dijo...

lara, paso por aquí tantas veces... y leo-re-leo y disfruto ... a veces, no dejo huella aquí, porque me parece inoportuno, o torpe después de las palabras, de las tuyas, no le suelo atinar al comentario.
pero acabo de volver a madrid, primero de méxico, luego lo encadené al norte para no tener conciencia de regreso y encuentro que quiero echarme a dormir justo antes del principio de todo lo que tenga que ser desde ahora, justo antes del bloqueo.
un abrazo

Anónimo dijo...

Tienes un poder...el de expresar en determinados momentos lo que yo también ahora siento.Casualidades.
Necesito estruendo para a partir de hoy aprender a escucharme mejor lo que intento decirme.
Bicos,viaxeira.