Quizá escribir a lo mejor. Tirar del hilo (clavo llevado a sus últimas consecuencias), poco a poco arrancar ese extremo fino y agudo de ahí (ese hincamiento) hasta por fin reventar (los borbotones) blop y nada peor que la indecisión (y nada).
Si estás te falta algo (algo importante y tuyo), si no estás lo interrogante es la inmensidad (los brazos pesan el cuerpo va a pesarte porque nunca más), la noche tiene mal aliento y el aire experimenta el rechazo porque el pensamiento truena (esa tortura).
Una tras otra las horas, a veces es difícil desenlazarse del círculo, lo que no es llena llena llena (el estómago ya hinchado) y recorrer luego, a la pata coja, la línea discontinua (con los agujeros negros de mi cerebro que podrán verse en las resonancias como hoyitos tétricos en un campo de golf conteniendo el absurdo). Pero la oscuridad de la siesta me dijo vete. Me dijo no va a salir bien me dijo huye que estás a tiempo.
Un temblor llegaba a doler (poco), un presentimiento como cuando la enfermedad te lleva a tu casa (persona débil con heridas que busca refugio).
Quisiera a lo mejor una fiebre, un sudor, delirar.
Sudar un espanto o la duda y así saber que no había más remedio que escapar, ese regreso.