jueves, 26 de octubre de 2006






La baraja. Adicciones. Contraigo un sentimiento y aún no ha amanecido. Sólo la luz de una pequeña brasa y los pies encogidos. No me puse la vacuna al despertar. Decido vaciar mis manos, las sacudo, y mis dedos hacen percusión sobre mis dedos, ya no es la música del sueño, ahora es la música. Empacho de querencias. El pecho va rompiendo las costillas, el tórax es una extensión de pueblos a lo largo de la costa: cada aldea lleva un nombre prohibido, eso ya lo sabíamos antes de empezar. Observo la baraja, la máscara, el orujo y la sábana alrededor de lo que queda de noche. Lo blanco hizo efecto en mis oídos y te amé, quiero decir te amé, quiero decir ayer, quiero el futuro.


Agudos los sentidos en medio de la nada. La vida o el recuerdo, qué más da. Litros de carne envenenada, y al fondo un corazón amoratado, un pozo de milongas africanas, qué mezcla sudorosa, la palabra tabú brillando en el neón, ahora quién da más, queda la fiesta, podemos hablar todos sobre el mundo, podéis entrar aquí, aún quedan cartas, una música nueva y un susurro, que va a parir el sol, la luna no contiene lo profundo.


La máscara en la cara, los labios rojo puta, un cinturón de judo para los principiantes. Las cuerdas de guitarra adornando mis tobillos. El muslo ya no gime, comienzan a caer luces de las ingles. Me queda abrir la puerta, y yo la abro. Ya todo está tan claro. Un árbol que me abraza, y yo lo abrazo.

(las últimas cinco entradas pertenecen a un texto, Tabú, que está colgado sin fragmentar en la sección Tabú de www.pacocifuentes.com)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Los brazos de avispa, quebradizos y quietos, avispados. Sosteniendo virutas de la noche, escondiendo un cuerpo de dehesa, lento y extenso, poco místico, muy terreno.

Un gesto que llama a los olvidados a recordar, a los abúlicos a desear, a los ignorantes a conocer. Candilejas en la boca que quema, de palorrosa y oro la peluca falsa, boca de puta roja y mirada de ven aquí iluso marino de la noche que no sabes nada de lo poco que yo sé.

A través del espejo, a través del marco. Ten cuidado, no me empujes, date prisa, me he enganchado una media en un clavo que sobresale. No me escupas tras tu nariz roja, no me quemes el pelo rojo, hay alguien que debería pasar por aquí pero no vendrá, porque ni siquiera sé quién es. Las listas nos hipnotizan, quiero contar las listas alrededor de tus muslos de papel de fumar con una fortuna muy grande impresa sobre la piel, "guárdame un fortuna", "guárdame la fortuna", "guárdame, fortuna".

El espejo y lo que hay detrás nos parece soporífero, nos asusta, nos fascina, nos escuece, nos lleva como nos lleva la vida y sus turbulencias.

Pido carta, veo tus veintiocho y subo a tres millones.

NáN dijo...

Yo no apuesto, Belier, voy sobre fijo: el sentimiento que contrajo quien escribe el original hace crisis de febrícula en ti.
No me extraña.
Te pondremos emplastos. Te vemos francamente enfermo, ¡te sienta bien! Pero en las palabras, ¡ay! también te gana... No estarás marcando las cartas, ¿verdad? ¿Es que no sabes perder sin hacer trampas?

isobaras dijo...

Muy bueno, Lara, sobrecogedor... me ha hecho temblar.