viernes, 24 de julio de 2009

Desde una esquina del mapa,
aunque parezco silenciosa
sigo por aquí tramando
algún que otro enredo.

Esta vez sin cables.

Estoy limpiando el musgo.

Pero La Menuda ha dicho mú...

¡¡Un abrazo a todos!!

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Lara , desde la otra esquina del mapa te he echado mucho de menos, un abrazo, ah y de los cambios metereologicos ni mu

trovador errante dijo...

Bueno saber de vos y que sigas tramando, así...en una esquina, unplugged, de limpieza y calladica..

Un abrazo y buenas y esquinadas vacaciones!

kika... dijo...

no sabes cómo agradezco las palabras de La Menuda...

(besos desde algún sitio de mi mapa)
K

Sonia San Román dijo...

Abrazo!!!

NáN dijo...

No hay nada que hacer, es verano.

Me alegro que existan Los Noveles para que a pesar de la estación llegue un pasito de esta historia que me tiene fascinado.

Besos a ti y a tu otro ti.

david dijo...

Un abrazo un abrazo, sí claro, abrazos, ahora, con la que cae.

A mí me lo guardas para el invierno, que se agradece más.

Y yo te guardo otro.

juan bello dijo...

abrazo con vuelta señorita!

Miki dijo...

qué cosa, los dinosaurios que entierran la cabeza en el aguasal, mientras a sus pies, a sus uñas, Menuda se sacude las gravillas del pelo y el otro acelera, y luego llega el otro más, y entre el faro y la cala hay algo que rueda, entre las piedras y los deseos.

tq,menudica

Aurélia Jarry dijo...

Mu! Y sin cables! Qué bien, qué bien!! Cuántas ganas vas despertando con este musgo...! Un abrazo grande, sirena!

Microalgo dijo...

Era uno de los mejores relatos de Cuatro Veces Fuego (ya lo comentamos una vez). Merecía la expansión.

Abrazos para Usted y abrazos para el Miguelillo.

Anónimo dijo...

La posibilidad, no, la realidad (sin publicidad, sin ventas, certificada) de una isla ¿alquímica? para náufragos-isla, como faros solitarios, guiños desde lejos ¿cuál sería el sentido de dos o más, uno al lado de otro? dejamos atrás Villano, el dedo de Machichaco como mano enseñoreándose “mííío, mííío, ...” en millas a la redonda, mientras el sol, la luna roja por popa, por poniente, mientras relampaguea sin trueno, mientras estrellas fugaces, mientras miríadas de estrellas, mientras el higroscópico salitre demuestra la no relatividad de la humedad nocturna y el algodón no basta, mientras se cena enfilando la Gaviota poli-luciérnaga, mientras haya viento por aleta, alas blancas atraídas en la oscuridad (el mar es lo que más se acerca a la negrura definitiva que todo lo borra. Puede, seguro, que hay algo, alguien, luces verde a las que respondemos verde, luces rojas a las que respondemos rojo, blanco al blanco, negro al negro. Simplemente navegamos, obviados múltiples menores) celestialmente punteada por la sirena Santa Catalina: entro a ciegas sin haber entrado nunca, salvo recuerdos aislados desde tierra, temiendo acercarme a las rocas como hacen los que parten, si mi compañero a la electrónica no dice nada pero pita alarmada la sonda me acerco al miedo, y por fin el calor del puerto, siempre es así, pasadas las 3 de la madrugada, abarloados a banderas de fuera, la Lola.

27 de julio 8:20
“Está lloviendo, se os va a mojar la ropa que está ya seca” aunque lo repitas más alto, despacio, vocalizando, si no te entienden, no te entienden. No son horas ni para los extranjeros (por algo habrán cruzado la frontera), ya sabemos que está lloviznando, se veía venir, y en un barco, si está en el mar, la ropa nunca está seca.
Hay gente en algunas ventanas, en la kofradía, por el muelle.
Una butaca al lado de un mirador y unos prismáticos en tirantes: miradores,
begiraleak, hortik eta hemendik, arrainak saltzen, hondartzan, itsasontzia botatzen, terrazetan, ...

Remo desde el barco cruzando el puerto, Isuntza, hasta Karraspio, por dos veces, bajando y subiendo la marea, cuando subió el mar y ya bajando: alguna derecha larga quedó: la felicidad consiste en un cansancio del músculo, en no escribir, no escribir para ti, el calor tras el frío.

Don del extranjero
No te pregunto por los helados como tú no nos informas de tu pueblo: aunque los faros sepan andar no acaban de acercarse, siguen balbuceando guiños, miradas, en la soslayable e insoslayable distancia.
(No) sales a (no) pescar, y por eso me paro, nos paramos a tu lado.

Fondeados tras San Nicolás si te doy tiempo te desnudarás frente a la playa llenándose. Menos mal que no te abriste la cabeza al acercarse las cámaras.
Se puede cocinar mientras se navega, cocer los mejillones en su agua cogida en marcha con la cazuela, comerlos en la bañera, el viento flojo siempre por aleta, cangrejos y más cangrejos ¡nadando!, mientras tú a la caña preparo la cena, últimos rayos de nuevo por Villano dando calidez a la cocina, a la cabina, una foto, tus ingredientes, mi mano (enseñada por otra mano), fondeamos en Plentzia, puede, es, realmente bonito (no me pierdo analizando los mecanismos) a esta hora, con la luna iluminando la bahía ¡qué diferencia con el domingo ¿eh?!, el vino, las velas... sin esperar nada a cambio, nada como moneda de cambio, esto no es una relación de mercado, porque no te quiero, aunque sobrellevamos lo que (no) nos desquicia: te acerco (nos acercamos) a donde se desborda cálido, pero no en ciego posesivo (en-amor es para siempre jóvenes) sino en dativo desde las lucecitas similares como dominós desplegándose en silencio, abarcando vertiginoso...

Lara dijo...

(un beso a todos)


(muy fuerte)


querido anónimo, se me da fatal eso de las investigaciones internautas, así que cada vez que te encuentro aquí (¿eres el mismo/la misma de otras veces?) me sorprendo y te leo como la mafia leería en silencio sus manifiestos.
todo es extraño, pero es un placer.
La Menuda y usted deberían conocerse.

Besos

Anónimo dijo...

30 de julio poniéndose el sol
Veo mal, apenas distingo, un semicírculo sobre un cuadrado, lento, al albur de ¿la corriente?, cuando subió el mar y por eso la playa del cura, lo pierdo ola arriba ola abajo, hay algo extraño y por eso no le quito ojo de vez en cuando, dudo (identificarlo, la corriente pasa de largo, remar hasta ¿la tontería de un resto?), pero se va acercando, lento, hasta que el de delante mío raudo ¡un tío! y salgo detrás de él zumbando, el tiempo se vuelve a hacer eterno, la pechada remolcándole a contracorriente entrechocándose miembros lo mismo, en esta última hora se acercan otros surfers, a veces los años sirven para algo y el idioma, la lengua, no es una barrera, aun con hombros para los brazos las piernas se le doblan, le quitan el chaleco, la ropa, aparece una toalla, no se quiere quitar el bañador aunque bromeo que es zona nudista y somos todos tíos, balbucea, tiembla de arriba abajo como una hoja al borde de la hipotermia, traduzco, iba solo, ha naufragado hace tres horas ¡TRES HORAS! (mientas tú estabas con los críos, con los pececillos, con tus amigos), no llevaba radio, habrá que dar aviso a Salvamento Marítimo, mientras, otros, ajenos, siguen a lo suyo u olisqueando la postal veraniega que les salva del encefalograma plano, partió de a, está en, y quiere volver AN-DAN-DO a para ¡entrar en calor!
La familia, que preocupada ya había dado aviso, le vino a recoger -me informaron al día siguiente; naburro tenía que ser. Cualquiera de nosotros, tan finos, tan menudos y sin neopreno...

No hubo, no hay nombres, gracias ni hasta luegos.

Salvo Suzanne, claro.

Surfeando en solitario -excepto los 4 o 5 germanos donde siempre, don-de-siem-pre ¿es que no tienen ojos?-, esa izquierda solitaria larguísima hasta cansar prístina turquesa noble esmeralda entre tormenta y tormenta en la posiblemente mejor playa de, a la hora de la paella, claro, un 1 de agosto: para los que se lo han ganado o saben latín, Zea Mays ahora.

No dudo que la Menuda sabrá encontrarle como reconocerle, conocerle en alguna forma incluso, con preguntar en su sur, en su norte.

Dicen que es tan imposible rememorar un olor como imaginar lo ajeno (lo nuestro es reconocer, medir, ...), pero yo que he perdido el olfato no les creo, no vinimos totalmente desnudos.

Lara dijo...

puedo verlos


se divierten