miércoles, 19 de diciembre de 2007

Tienes ganas de acabar con la semana, esta semana que no termina. Saltar ese muro en alambrada y desollar tus rodillas y tus manos. Apartar con los hombros el aire del camino, lento aire sobrecargado de debilidades, cruzar la línea terca que te separa del calor, del hermoso horizonte y de la huida. Te está llamando un lobo en la montaña y no lo escuchas, no reconoces el aliento. Es un lobo escondido y con insomnio, un lobo acobardado y madrugada. En el colmillo sientes que hay jirones de piel, sabor a carne. Cuando tú fuiste lobo lo mataste, y eso era la felicidad. Vas a cerrar los ojos y, en la noche, cruzarás los raíles y el asfalto. Detrás de la piedra todo hierve, y hay un lobo esperando su turno en un tejado. Termina tu semana antes de tiempo, demora el tiempo justo del aseo, prepara todo el cuerpo

a que el sudor

encharque la partida. Este día es infinito, ya lo sé, pero luego, en un lugar remoto, a salvo, entre los árboles, ya todos los aullidos serán susurros.



martes, 18 de diciembre de 2007


Otra vez, la tierra escondida bajo el invierno.
Un empujón de aire helado y todo se vuelve brillante.
Dicen que allá abajo la vida sigue, con su prisa malherida.
Que acaba de empezar, cierro los ojos. Cuando el párpado respira, observo el mundo silencioso y teñido de frío.
Es martes, es diciembre, nada es mentira. El mar, con su fluidez eterna, me espera en cualquier lado.
Es martes, es diciembre, y bienvenido.

domingo, 16 de diciembre de 2007


Eres hijo de ti mismo y creces, desconocido, hacia otro lugar.

martes, 11 de diciembre de 2007

Al azar:


esta semana

es lunes

todo el tiempo.

Un poquito de marisco y levedad.


Di-ciem-bre.

miércoles, 5 de diciembre de 2007


Porque la tierra tiembla

y se convulsiona,

creemos que de sangre

levantada,

creemos que del vértigo

insumiso,

porque amanece en viento y

azul helado,

el camino recortado en lo que

anoche fue la sombra,

por todo eso desconocido

yo te adelanto la mensualidad

y la no derrota,

juego al placer de cerrar los ojos

justo cuando el resto del mundo los tiene abiertos,

párpados ensanchados de atrocidades,

están los legionarios y los implicados,

muertos de miedo y rabia

y yo los entiendo,

no es para menos,

pero tú ahora

juega conmigo

vente a mi lado

habita el trozo sucio

de suelo verde

en el que me extiendo

y la cama blanda

el porvenir,

cierra los ojos tú

mientras te hablo,

olvídate del hecho de ser nacido

y, por lo tanto,

lo otro,

rinde lengua al amor

y a su cobijo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

No sabemos qué hora es, pero emprendemos el camino. Intuyo que se hará tarde para el almuerzo. Viajamos por el borde de la carretera, y empezamos a bajar el monte de pinos. La hierba está aplastada por el ganado y el invierno futuro, y no sentir a qué distancia está la tierra de mis pies me provoca un poco de miedo. Tengo una botella de agua y un extracto del periódico de ayer guardados en la bolsa. Mientras los pasos avanzan, pienso aquello de envolver las vísceras en papel de periódico. Tu perfil está cerca y está lejos por el silencio y luego está cerca otra vez porque encontramos un tronco caído que atraviesa el caño seco. Tú te sientas en el tronco y te cuelgan las piernas, yo te observo. Hay grados de percepción de la realidad, y estamos en un grado medio. Un estrato de la raíz ya nos pertenece, y después está la llanura. Lo sentido se va suavizando y me apoyo en la madera, a tu lado. Hace sólo un momento la luz estaba alta, y ya comienza el otoño a enrojecerse. No sé de qué hemos hablado, al poco rato bebíamos vino blanco y comíamos pescado blanco y ensalada de espinacas frescas y gajos de mandarina. Ahora que le doy permiso al domingo para eternizarse se hace corto, y una pequeña traición temporal queda instalada en esta habitación desde la que escribo, donde la jugada a veces es perpetua y a veces inexistente. Quedémonos prendidos de un día cualquiera, malheridos, hostigados de tu mano, apretujados. Que el vaivén del olvido no nos toque la sangre.