domingo, 28 de septiembre de 2008


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Y muchísimas gracias a Vanessa, a Rubén...

jueves, 25 de septiembre de 2008

otoño.

(Del lat. autumnus).

1. m. Estación del año que, astronómicamente, comienza en el equinoccio del mismo nombre y termina en el solsticio de invierno.

2. m. Época templada del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de septiembre, octubre y noviembre, y en el austral a la primavera del hemisferio boreal.

3. m. Segunda hierba o heno que producen los prados en la estación del otoño.




Uno no tenía ganas de escaparse, pero sentía el corazón oprimido.
La invitada, Simone de Beauvoir

En la techumbre de mi mente se forman gruesas y densas sensaciones. Como el agua cae el día: el bosque, Elvedon, Susan y la paloma.
Las olas, Virginia Woolf

No es éste el lazo
ni tú eres hoy la presa pequeña.

Ese puerto existe, Blanca Varela

martes, 9 de septiembre de 2008


Me zumba el oído. Dicen que lo tengo obstruido con tanto recuerdo vano. La noche acaba porque comienza y se escucha el ruido de unos tambores de hojalata desorbitados por el viento. How Low.
Matemos los minutos uno por uno, tú agarra de un extremo y llévate a tu lado la porquería, imagínate que somos las víctimas malolientes de la peor enfermedad venérea del mundo, contraída con los ojos cerrados demolidos y abatidos y como todo es mentira reconozcámoslo: lo pasamos bien. Ah, lo pasamos tan bien. Down The Line.
En el vaso las burbujas nacen, la mosca ha despertado otra vez de su letargo, quizá acaba de nacer, quizá no muera hoy. Hay una mesa de llena de objetos de sutura frente a mí: fluorescentes, rotuladores rojos, un lápiz romo, un mechero. Y la puta mosca. El teléfono no volverá a sonar nunca más a las tres de la mañana, prométemelo, te lo prometo, y si soy yo quien te llamo, no, no serás tú, en el cenote donde nos hemos exiliado no hay teléfonos, ni telegramas, ni webcam, nadie nos ve, nadie te ve, dónde estás, todo es oscuro, no te veo, no me ves, no importa, te prometo que soy yo, no eres tú, la negrura me lo dice, es cierto, no soy yo. Da igual. Killing For Love.
Todos hemos tenido un París de 1928 donde el dinero era algo delicioso y gratuito que nos permitía perder el tiempo exclusiva, feroz e insistentemente, aunque no existiera. Todos tuvimos una calle infinita donde nuestro cuerpo estirado en la acera encendía por completo la luz roja de las farolas. Donde aprender era morir, y equivocarse la reencarnación. Varios amigos que constituían la única honestidad posible y la mano negra de la banca mundial, disponibilidad a cero grados, dedos hirvientes removiendo el alimento, sangre de frontera y hogar. La última mesa del último bar el último mármol donde se calientan nuestras copas a la última hora del único año: última persona en el mundo con la última compañía; y la eternidad, un ultimátum. No me digan que no. Nadie lo niegue. Todos hemos tenido eso, aunque sea por un solo segundo, y de cada uno depende que dure un siglo, una amenaza, diez minutos. Que vuelva trimestralmente. Que el amor, incluso, sea así. O que nunca sea. Unas pupilas dilatadas de embriaguez y afuera, lejos, el crack del 29. In Our Nature.
Posiblemente sea de noche, y al fondo, antes, sonaban tambores de hojalata. He cruzado un puente sobre las vías de un tren, he enjabonado un cuerpo hasta los gritos, he planeado una turbia borrachera. Al parecer, trabajé todo el día y cené frijoles. También recolecté ciruelas subida en un muro. Nos iremos a vivir a una isla después de cabalgar por Centroeuropa, y en la antigua Tierra del Fuego quemaremos nuestros vestidos, los medicamentos de nuestros padres, el hambre que nunca pasamos: el Pacífico Sur criará a nuestros hijos y yo haré fotografías de cada arruga nueva que le salga al firmamento, tus ojos firmemente aposentados en los míos.
No te veo, parece que duermes, no me ves, no importa, ahora no.
La verdad, se está tan bien aquí.

Teardrop.

sábado, 6 de septiembre de 2008


No te muerdas en la boca la palabra.

martes, 2 de septiembre de 2008


El vaivén temeroso
de una hamaca
meciendo la tarde de agosto
bajo un tilo.

Tus dedos dentro de mi cuerpo.

El vaivén tembloroso de una hamaca.

Qué grande es
la civilización maya.