sábado, 30 de abril de 2011

Por la radio no hay luto para nadie por supuesto

Atentado en Marrakech cinco millones de parados boda real en Londres nuevos duques de Cambridge todo junto

Un día nublado como hoy un día que podría ser soleado un día pesado como hoy

Está todo tan bien

El barril de gasóleo

Tan bien

Tan facilito todo

Yo tomé café en aquella plaza una mañana después de que me timaran por primera vez en ese país, me sentía extranjera y humillada,

me sentía feliz,

tomé café en aquella plaza mirando el bullicio (el verdadero bullicio)

Está todo tan bien aquí

El embarazo humano es la cosa más larga del mundo

Bueno no tan larga como el desamor y la enfermedad

En el pequeño planeta donde vivo tengo motivos para estar contenta

Porque duermo con el hombre de los ojos más hermosos

Y porque me besa

En el pequeño planeta también escucho las noticias y sé que la alta tecnología, el azar y los conocimientos adquiridos a través de las redes sociales (esa desidia) no nos librarán de tomar café una mañana en la plaza adecuada

En el momento adecuado

No nos librarán


Qué te habías creído


Mientras

Una tormenta tras otra

Y los árboles

sábado, 16 de abril de 2011

Círculo repetidor

La tarde dice algo parecido a

Tic tac tic tac

La tarde se me acumula en los pies mientras hago trabajos productivos y superfluos con los que me divierto

Hoy es sábado y las cortinas tienen esa luz amarilla de los sábados que uno pasa en casa haciendo cosas fructíferas que sirven para sentirse bien con esa parte de la personalidad que está agazapada tras el deber profesional

Que no es lo mismo que el deber como ciudadano pero es casi lo mismo

Ya lo he dicho muchas veces, pero lo repetiré

No cumplo mis deberes como ciudadano

Más allá del reciclaje y de pagar mis impuestos

Tampoco me meto con la gente por la calle y no hago ruidos raros en público pero eso es a causa del miedo

Antes no reciclaba porque no estaba de moda

Y creía que no pagaba mis impuestos porque no hacía la declaración de la renta

Pero estaba equivocada

Lo que no pagaba era la seguridad social

Son cosas distintas

Lo he sabido luego en mi época adulta


La tarde hace tic tac tic tac

Yo he trabajado hoy como una campeona de los sábados, incluso he hecho labores del hogar por la mañana y he replantado unos cactus medio muertos que he agarrado con un calcetín para no pincharme los dedos

En otro mundo ideal se abrirían varias opciones que convergerían en una

Esos vaqueros de la talla 38, esa sombra de ojos gris, y el lápiz negro, siempre un poco corrido por los bordes (de reírme)

Alisar el papel de un cigarro recién pegado, encenderlo y caminar con grandes pasos por la acera hacia aquel lugar donde están los otros

Apoyarme en la barra, apoyarme en la barra del bar

Lo de los grandes pasos no es ningún mérito debido a la extensión de mis piernas


Sin embargo no importa que sea sábado y la tarde esté amarilla en las cortinas

Estoy lejos de todo y los vaqueros de la talla 38

No me hagas reír

En fin

No sé si me entiendes, las circunstancias son otras

(dice la monja priora)

¡Ahora son otras!

(las prioridades)

(o las posibilidades)

(otras)


Sí, lo son

Tic tac tic tac

La impaciencia

La impaciencia

Soy una buena ciudadana

Una que no sale ya los sábados

Que no ensucia de ceniza las calles

Que siente el suficiente miedo

Como para sentir asco

Del mundo en el que vive

Y a pesar de todo

Estar lo suficientemente a salvo

Todavía

Y no hacer nada para evitarlo


Mi novio va a recoger mis restos

Mis pesados pies

Me montará en mi Peugeot 307

(itv en regla y multas pagadas)

Y me llevará a un cine en versión original

Una vez más hará que todo tenga sentido

(creo que no se ha dado cuenta

de que llevo ropa premamá).

domingo, 3 de abril de 2011

Invitados a la hora del almuerzo

Intermitencias.
Por ejemplo con el sol, con la reventona del calor.
Aunque haya nubes blancas y seguro sensación de frío, los niños juegan hoy afuera y se esconden entre los coches. Es el cumpleaños de alguien. Un día especial.
Intermitencias.
A veces duermo tres horas y a veces diez. Esta noche fueron diez. Me encuentro rodeada de libros por todas partes, compongo un nuevo puzzle de lecturas: hacía mucho tiempo que no disfrutaba de esta concentración. Leo relatos. Un amigo me regaló la otra tarde a Lorrie Moore y ya he disfrutado de dos de sus cuentos (uno de ellos lo he leído dos veces; ¿hacía años de eso?). Ansío el tercero, pero elegí mal: empecé con el cuento más famoso de Pájaros de América y las primeras palabras eran bebé y tumor y dije: bah, mejor le daré una oportunidad a Alice Munro. Total. En la intermitencia está el secreto. A veces incluso el placer. Munro también me ha desafiado. ¡Es una alegría que esos cuentos entren en mí como este vaso de agua, agua fresca sacada del lavabo! Entre medias, minitesoros que ya son clásicos (a la mente, ¿o es al corazón?, aquellas mañanas soleadas en Sevilla, cuando en vez de ir a la facultad tomábamos un café tras otro y cervezas y alguien me compraba libros de Alianza Cien, con su perfecto tamaño de letra, siempre amarillos, desde la primera edición): Artificios. En la portadilla, a boli bic azul: 1997, P. G.
Hay una lubina descongelándose, pronto estará sangrienta. Cocinaré algo más, aunque he desayunado tarde. También he de hacer ese tipo de cosas: recortar unas cortinas, bla. No quiero, no quiero. Me trajeron el periódico esta mañana y hojeé el patético suplemento mientras tomaba café. Soy una bola del mundo ajena a todo. Me siento desconectada del desastre, de la virulencia económica, del pulso revolucionario. Pongo atención a lo que dice la radio, hago así con la mano: shhh, calla, estoy escuchando. Pero no entiendo nada. Al poco, mi mente viaja por el cerco de lo cotidiano y de lo inminente. Abro un libro y leo. Me miro el ombligo. Llamo por teléfono y hablo muchos minutos con mi madre, de cualquier cosa, de lo más pequeño. No tengo vergüenza. (Casi como el presidente, casi como el candidato a presidente, casi como el dictador.)