Durante unos días, alguien que sabe cosas que resultan exactas e infinitas, ha estado preparándonos té con canela y azúcar negro. Llamaba a la puerta de las habitaciones y traía unos pequeños vasos con un té espumoso y caliente. Esperaba a que lo bebieras, leía lo que Rebeca escribe en las paredes (todo lo que Rebeca escribe con una letra fugaz), posaba unas manos grandes en la mesa y te agradecía la hospitalidad como un regalo de los cielos oscuros.
Cenábamos despacio. Arroz, vino picado y pan de centeno untado en crema de hierbas aromáticas (preferíamos untar a fumar). Dexter Gordon una y otra vez en estos días. La bienvenida se convirtió en ritual. Luego estaban las conversaciones: los partos caseros, Lispector, lo que irradian los cuerpos concebidos, el espíritu pobre de algunos viajeros, el segundo de neón después de la luz del vientre, Saramago, lo irreal de la civilización cementérica y la música de la tierra. No hay preguntas. Es suficiente mirar, dicen. Hay presencias que, de tan reales, te hacen sentir fuera del mundo. Un roble ancho, una pantera que se desangra, las piedras grises que guardan el silencio de los montes. Y mi raza, tan imperfecta y ansiosa, con el desequilibrio informativo en cuerpo y alma, apenas rozando los pies en la arena, casi transparente, débil.
He aprendido algo. En Guinea-Bissau, en lo que de verdad es Guinea-Bissau, los caminos sólo están hechos para que pase una persona. La vegetación ha corrompido el hueco que dejaron los coloniales para sus vehículos. Hinchado de verde, el camino se alarga hasta el horizonte y sólo dos pies lo recorren. Si hay alguien más que viene de frente, entonces uno se aparta, espera y deja pasar, antes de volver a pisar la tierra.
Las casas han crecido, levantándose curiosas y fértiles desde sus raíces.
La horizontalidad.
Oli Da Silva se marchó ayer cuando el sol calentaba en el jardín. Bajó las piedras y cogió el tren de cercanías. La casa se quedó quieta durante la tarde, y nosotras nos escapamos por el surco de las montañas. A la vuelta, una luna terriblemente llena había invadido el puerco reinado de la era de la luz eléctrica.
10 comentarios:
eso que Rebeca escribe en las paredes. ¿queda luego en algún lugar que, alguna vez, pueda ser leído?
¿habrá alguna manera de que todo lo que merece la pena llegue alguna vez hasta mis ojos?
Desde luego, vas a avanzar en el conocimiento del tiempo. (qué necesario para las estructuras, ¿verdad?). Strog podría traerme crema. (ya buscaré el pan de centeno).
(no te preocupes de la luna ni de la luz eléctrica). (usa ambas). (al que lee el contador o mira la luna, no).
Por aquí se te estima, mucho más de lo que crees. (aunque eso, la verdad, no importa para la luz). (sea cual sea su procedencia).
A Reb el papel se le queda corto y en cuanto te despistas, se pone a buscar lienzos, muros y cielos en los que poder esturrearse. Ella es muy Reb.
Y me pregunto qué se le queda corto y qué largo a Lara. Para dar a luz los hermosos primeros versos de un hermoso poema
La casa se quedó quieta durante la tarde
y nosotras nos escapamos por el surco de las montañas
hay que tener la incómoda sensación de estar cerca o lejos, pero no en.
Yo lo prefiero como los primeros versos de un poema que se me debe, que no es como los que he leído que Lara escribe y que ella tendría que escribir.
No llegar o pasarse le sucede a todo el mundo. Ser consciente de ello es lo que te hace diferente y te obliga ante los demás. Porque no eres ni probablemente serás Oli, pero te las arreglas para estar fuera del punto, observándolo, no tienes más remedio que ser la que comunica esa presencia.
No me gusta que los caminos de G-B sean así, que solo sirvan para ir o venir cuando hay que hacerlo. Me gusta a veces recorrer el camino con alguien (tres es el número mágico), que el objetivo sea recorrerlo.
[aparte, como una posdata]:(el hilo distinto hizo ayer una trama excelente, cálida e indestructible).
¡Qué bonita es la negritud, mis negras floridas!
Okr. Tienes toda la razón. No para.
Nán. Lo que Reb escribe es todo movible y Nómada. No te preocupes que llegará allí donde llegue.
Por aquí se te aprecia más de lo que crees.
Tienes una insustituible presencia detrás de cada letra.
Este teclado funciona mal. Se atrancan las letras y yo cada vez más nerviosa. Dentro de poco, gracias a la era de la luz eléctrica, tendremos internet en casa, y será bueno, pero no será lo mismo. Pero al menos podré leer vuestros blogs, que es lo que nunca me da tiempo a hacer en estos ciber de teclados de pacotilla.
He venido a Madrid, que sigue tan hermosa y altanera e impúdica.
Por cierto, Okr, tengo ganas de verte, ahora que lo pienso.
Y Nán, una visita pronto, ¿no?
Pues si en una de tus visitas te dejas caer por casa, hay café recién hecho (siempre), y si te viene mal, ya inventamos otro lugar. Se te echa de menos por aquí así es que habrá que hacer algo para solucionar esto de la distancia.
Te he seguido el rastro, Lara, recorriendo veloz todos los blog aprocechando que no estabas en la sala de ordenadores de Z (aunque dicho, así, ¡vaya nombre para un texto!). En un juicio habría servdo para decir eso de "¿Y no es más cierto que a las 13:28 del día de autos estaba leyendo un texto de...?". Yo, desde luego, te absuelvo con todos los condicionantes favorables.
En cuanto pueda, sí, quiero ver cómo cae la tarde en Z... ¡si consigo arrancar a MIG de la mesa antes de quedarme yo dormido sobre la mía!
¡Larita!
Lara,
Paso muchas veces por aquí y te leo, pero pocas veces me atrevo a dejarte un comentario... En fin, tu texto me ha recordado a la noche africana, a ese que no es mi continente y sin embargo muchos creen que lo es. Así que gracias.
Besos y magia, Kika...
Claro que tenemos que vernos... Gracias por tu comentario, tengo un día ilusionado/ilusionante de esos que demuestran que de ilusión también se vive...
Besos! K
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