jueves, 22 de marzo de 2007

DE SINTRA A CARRAPATEIRA, ELUDIENDO LAS PARADAS JUNTO A LOS AVESTRUCES.

Sintra y la teoría del sexo. A más sexo, más problemas. A menos sexo, menos problemas. Cuanto más sexo, menos problemas. Cuanto menos sexo, más problemas. En Sintra recuperé las ganas de viaje. El escondite bajo el bosque de Lord Byron. Los palacios del romanticismo, el castillo del rey loco y una cena con amigos y buen postre. Pero cambié el malhumor indiscriminado por la tristeza y un llanto paranormal como la alfombra atigrada de la torre. Ahora pienso que éramos como los protagonistas de una película setentera que acuden al naufragio del guión más escéptico. No se acaba aquella calima de domingo eterno, ya imposible el amor sin mis terquedades. Tiempo desaprovechado pero la sensación de que el mundo, por fuera, es hermoso. Fuera de Sintra estaban otra vez la luz y el borde de la península con agua desbocada y oceánica.


Aquí en Carrapateira. Suena el mar tan estruendoso como todo lo que de verdad me gusta. Volvió la calma.


Hay cosas en la vida que, además de gustarme, son perfectas. La levedad del éxtasis, Carrapateira, tercer temblor consecutivo, cuando las paredes son amarillas y la casa amarilla y las sábanas limpias y amarillas y nuestras pieles que parecen amarillas por la luz, juntas y amarillas las pieles, y el mar ahí fuera, furia funcionando. Negro, por ejemplo. Me tocas las vértebras y mi espalda se ensancha, es uno y otro confín, inexistentes fronteras las de los huesos.

No me digas que todo no puede ser mejor, porque entonces lo es: este olor a sexo derramado, exagerado y lento. Los dedos cuando ya son sabios.

Tener a este hombre al lado silencioso, abrazando la noche por completo, conmigo frente al mundo, sosteniendo mis pechos, inhumano de paz.

Toda la noche oyendo gritar al mar. Toda la noche.

El ruido de la piel, inacabable.

Día tercero del año 2007.

Te chupo el alma.

Tuerce la carne. Nada ya duele. Ya terminamos con lo imperfecto.

La enormidad está ahí afuera, rugiendo, en negro luna. Yo todavía no la he visto.

Imagino el amanecer restallante con espera radiofónica, sin el terror ya de los crímenes de la humanidad. Mi cuerpo se está estirando hacia la pared. Este modo de felicidad me es tan grato como el aire blanco de Carrapateira.


Apuntes arbitrarios y escogidos de una libreta de anillas plateadas, mientras los vuelos, mientras las sustancias, mientras el océano, mientras los ojos nublados. Carrapateira, día tres del año siete.



12 comentarios:

Anónimo dijo...

Sintra, abrumadora, y su Castelo da Pena. No me extraña lo de tu llanto paranormal, Lara.
Muchas ganas de volver a Sintra, muchas de verte, muchas de contarte lo que aquí te susurro: Shuuuuuu....
Muchos besos

Anónimo dijo...

Leo. Releo. Degusto. Disfruto.

Lara dijo...

María: tienes que venir a verme a las montañas madrileñas!!! Y me susurras aquí, hablaremos bajito, para que no se enteren!!!

Winsta...

Anónimo dijo...

Toda la noche oyeron pasar pájaros sobre las sábanas amarillas.

MSalieri dijo...

Tres días antes nos rebelamos contra el poder establecido y adelantamos una ahora las campandas. Nosotros contra ellos. Nos miraron mal pero nos dio igual. Estos españoles, siempre dando la nota, pensarían. Nos la refanfinfla, portugueses, pensamos a una, y seguimos contando campanadas que allí sonaron a metal contra cristal.

Anónimo dijo...

... Y a mí me ha encantado encontrar este lugar tuyo en este mundo virtual. Así que, como muchos otros que aquí acuden, visitaré este bosque de palabras curioso y sediento por conocer tus escritos.

Desde Madrid. Muchos besos.

Lara dijo...

¡Manuel!

Espero verte por aquí, sí!!!

(Yo también estoy en Madrid, sólo que me he alejado de la urbe.)

Besos!

NáN dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
NáN dijo...

(suprimí por dos erratas, restituyo corregido).

Mientras vayas llenando de materiales así esa libreta de anillas plateadas, y muchas más, los demás estaremos menos solos y tendremos algo que esperar de lo que se vaya recreando desde ellas. Y tener qué esperar es mucho más y mejor que tener qué olvidar (actividad a la que la vida tienta tanto).
(la foto de la línea del mar da ganas de perderse en ella).

Anónimo dijo...

Yo pasé una nochevieja de grima parafina risas avezadas remolino pasas.

Olor a ciudad destartalada y descacharrente, a gente demasiado querida.

Olor a jungla oscura, nel mezzo del camin da minha vida.

Enamorado y aterrorizado avant la lettre.

Viva la psiquiatría outdoors, con un poco de azúcar esa píldora que os dan.

Anónimo dijo...

¿Y si me tiemblan los ojos al leer?
Estoy tan pegado a las páginas que me enamoro de los puntos de las íes, me entretengo con la cadencia de los gritos, recojo los puntos suspensivos que olvidamos por el camino.

Aguardo tras la encina, medio desnudo, mientras tú nos lees en voz alta.

Paralelo 49 dijo...

Qué preciosidad de comentario el tuyo. Desde luego, no te hace falta nombre.