En el centro de Madrid está lloviendo. Imagino mi jardín, solitario, allí arriba. Con la hierba empapada, no sé si agradecida por este abril oscuro.
Toda esta casa está llena de ropa limpia y amontonada. Los calcetines hacen hileras en la barra de la ducha y en lo alto de las puertas.
alcoholic
sheep
pregnant
knife
Se acumulan los folios en mi escritorio mínimo.
Un papel amarillo con pegamento en su dorso hace equilibrios en el borde de la madera, a la altura de mi frente: En la huida no hay camino, sino rastro. Ignacio Aldecoa.
Esto de aquí abajo también fue Praga.
6 comentarios:
Qué triste lo que dice Aldecoa, ¿verdad?
Porque hay momentos (ahora, por ejemplo, recién llegado) en los que huir, cuando caminaba pendiente abajo por Espíritu Santo, parecía una posibilidad.
Pero no, es un rastro, por el que Ramón Mercader acaba llegando.
Pues si hay que hacerles frente. ¡Sea!
(Pentotal, pa qué)
Y yo diría más, "no hay vida sin huida".
Ni vida sin ti, Niña Lara. Ya no...
Parece que con la lluvia llegaron las ganas de huir. Pero, ¿hacia dónde? Los rastros se dejan para que alguien te encuentre.
Nostalgias...
Tal vez ocurra que la lluvia pone tristes a las personas que temen que las gotas borren los rastros. Yo, como buen sureño y habitante de un sitio que se desertizará en menos de lo que tarda en prsignarse un cura loco, siento las lluvias como fiestas y los rayos como fuegos artificiales.
Hay gente para todo, claro.
Y sí, vale, a ver si un día me voy de Bitácoras. Pereza es mi segundo nombre.
la-ra, la-ra, la-raaaaaa!!! Que te sigo aunque estés en la montaña. besos besos
Gracias, chicos!!!
Esta mañana ha salido medio sol!
(Estaba lluviosa, huidiza, perezosa, semitriste y sobretodo premenstrual. Nada grave.)
Mariona! Felicidades por el nuevo vídeo. Me debes una visita.
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