No alimentemos el rencor.
Por ejemplo nunca.
Repetir.
Por ejemplo nunca.
Recopilar los colores
(los jardines han brillado
en la ciudad:
púrpura, amarillo,
verde limón).
Asumir que de alguna manera
taciturna,
de pronto se nos quiebra el sentimiento
y una simple negación
o un triste reglamento
nos agacha el alma.
Pero es sólo un minuto.
Hacer que sólo sea un minuto.
Repetir.
Hacer que sólo sea un minuto.
En mi estómago
se cuece una manzana roja
y todo el cansancio del día.
Pero el sol mantiene el cielo alto,
todavía,
y la publicidad de los autobuses
me resulta ridícula
y absurda.
Ahí me agarro.
A esa sensación de extrañeza ante el mundo
que revoluciona sus civilizaciones.
Yo quiero estar cerca de las manifestaciones
del amor
(cualesquiera sean),
cerca
de la soledad de los libros,
y de vez en cuando,
de forma distraída,
sentirme útil
precisamente
por tanta inutilidad
bien disfrutada.
(Antitécnica poética utilizada: Robertianus Teransílabo)
16 comentarios:
¿Sabes?, te ha salido uno de los poemas más hermosos que te he leído. De esos que si uno supiera escribir así le hubiera gustado escribir, una especie de "Palabras para...". Lo voy a imprimir (no ahora que la gente duerme y la impresora hace un ruido infernal).
¡El 53! Hace muchísimos años lo tomaba en Sol y me bajaba en Avda. de Bruselas para ir a ver a mi madre. Luego volvía con tapers llenos de comida (como nunca los devolvía, mi madre gastaba más en tapers que en comida).
Los que se bajaban por Goya o en el Parque tenían casi siempre una cara que no me gustaba nada (¡el enemigo!). Los que seguían cuando yo me bajaba sí me gustaban. Me preguntaba dónde irían (con la mirada más vacía y cansada).
¿El 53 será el mismo 53? ¿Te bajas más allá del Parque? ¿Dónde irás? Porque tú me gustas.
... a mi también me gustas!!!
¡Hola, Mariona! ¡Guapa!
Nano, gracias por el ¿sabes?.
Me bajo, Nano, en la última parada del 53. Hago TODO el recorrido de un autobús de línea de Madrid, que es MUCHO recorrido. En Torrelaguna. Allá donde se pierde el horizonte y sólo hay M-30, moles de oficinas, y los enemigos de Arturo Soria al fondo. A mí me pasa igual con los que se bajan en Goya. Y me pasa igual con los que se bajan en Sol (ahora ya no en Sol, en Sevilla, desde la obra). La otra tarde escuché una conversación de dos viejitos que no se conocían el uno al otro sobre la corrida de toros (dos viejitos que se bajaban en sol) (y a mí no me gustan los toros) que me enterneció mucho y que, además, me hizo sentir que estaba otra vez en ese autobús naranja que pasaba por la Maestranza.
Pues yo desde que sé que Lara hace el amor con moscas (o algo así) ya no soy el mismo, ni lo podré ser. Esas cosas marcan mucho.
Si te veo en el 53 te saludaré... O a Nán por Malasaña.
¿Tú también te montas en el 53?
Yo: acabo de leer tu poema
está guay! no lo podrías haber explicado mejor
la manzana cocida en el estómago
[smile]
lara:
ji
Yo:
a mí la sensación de extrañeza ante el mundo, a veces me da miedo
quiero decir, no quiero sentirme extraño en el mundo
la publicidad de los autobuses me raya a veces, pero otras me consuela (sobre todo si es una publicidad que no sea extremadamente burda, estúpida, capitalista... en fin, es un ejemplo, no sé si me explico)
Enviado a 12:48 del viernes
Yo:
hola?
Enviado a 12:51 del viernes
lara:
sí te explicas
a mí me gusta sentirme un poco fuera, aunque esté dentro
¿por qué no me dices todo esto en comentarios?
Pues no, el 53 no suelo cogerlo, aunque seguro que he montado alguna vez. Yo soy del 21, el 2 (y 202), el 147 y el 40, a veces el 150 y el 52, tamién el 27, etc. Nunca se sabe dónde va a acabar uno en sus paseos infinitos, o dónde va a tener que ir... Y siempre hay que volver (a mi nombre).
Bueno, pues ya que coges tantos... coge el 53 un día, a ver si coincidimos.
Pues yo no cojo el 53, Madrid para mí es una ciudad peatonal (y pequeña). El resto de las cosas sobre las que has escrito si intento cogerlas, sobre todo esa inutilidad que me esta llegando cargadita de regalos.
Y te digo una cosa: se avecinan muchos más...
Lara, te bajas muy cerca de mi casa, porque el 53 atraviesa mi barrio. El poema es precioso, yo también me lo voy a imprimir y me lo llevaré en la cartera para cuando me dé el "blues del autobús". Porque madre mía lo que tarda ese autobús en recorrerlo todo... Casi tarda lo mismo haya tráfico o no. Aún así, me gusta.
Qué sorpresa ver mi recorrido retratado por tí...
Besos,
Kika
(Nán, yo soy de las que se bajan después de Avenida de Bruselas... ji ji ji)
Te pienso cuando me piensas
y en ese instante
los dos teléfonos comunican
porque ambos nos estamos llamando
y nos sabemos
y me nombras y yo acudo
(lo contrario al silencio)
reaccionar a las palabras
(chapolín colorado,
porro, manzana, aguacate)
guerrillera amiga
gracias por ser
una luchadora del alma
Kika, ganas puntos (bastantes).
Lo bueno, lo malo de Cádiz es que o coges el 1, o el 2, o el 3, o el 5, no hay más... Y manzanas en el estómago y plazas de toro que se mantienen en el imaginario colectivo, pero acabaron por desaparecer hace tanto por culpa del Levante.
Genial el poema.
Y sigue siendo un misterio por qué no hay línea de autobús nº4 en Cádiz... bueno, son cosas que pasan por acá. Del mismo corte es el hecho de que los cuartetos del carnaval pueden ser de tres, de cuatro o de cinco componentes. Es parte de la guasa local.
Desde que tengo coche casi no cojo el autobús (el transporte público interurbano en Cádiz es demencial). Pero recuerdo que tenía el romanticismo de la fugacidad. Había un poema de Benedetti al respecto, que soy incapaz de recordar... pero para eso está Internet:
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(Ella que pasa)
Paso que pasa
rostro que pasabas
qué más quieres
te miro
después me olvidaré
después y solo
solo y después
seguro que me olvido
Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
te quiero
te quiero sólo dos
o tres minutos
para conocerte más
no tengo tiempo.
Paso que pasas
rostro que pasabas
qué más quieres
ay no
ay no me tientes
que si nos tentamos
no nos podremos olvidar
adiós.
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Anda que no ocurre veces eso. Tal vez por estos poemas Benedetti es uno de los pocos poetas que sé leer. Bueno, no desespero. Iré aprendiendo con el tiempo, que tengo buenos maestros.
Besotes, Lara.
Gaditanos al frente...
En Huelva pasa igual, y la verdad es que pocas veces coge uno el autobús allí (el 3, el 5...); cogerlo significa que te vas a alejar de la ciudad hasta lo más triste del extrarradio. En Sevilla sí me pasaba aquello de Benedetti. Allí los números son más abundantes (el 33, el 42...), con todas sus señoras andalucísimas declamando y los universitarios con los rostros escondidos tras las carpetas para que las puntas de los puerros y los bastones no le salten los ojos. Y ese calor.
Micro, muchas veces ya te lo he dicho, pero te lo repito: ¿por qué tu blog casi nunca me deja poner comentarios??? ¿Me tienes restringida la entrada? Je. Besos!!!!!!!
No, Lara. Mi blog es democrático y trata a todo el mundo por igual... de mal. Nán me va a tirar cosas a la cabeza y con toda la razón del mundo. Pero lo diré otra vez:
Tengo que cambiarme de servidor, Bitácoras es una caca, a ver si un día tengo tiempo...
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