El cuarto de baño tiene pasillo, y al fondo se ensancha como un salón. Son dos estancias, dos habitaciones distintas, en realidad pequeñas.
Está decorado.
Hay cortinas de colores, cuadros de punto kitsch. Un espejo de bronce o de latón bruñido en un extraño encaje. En la bañera hay dos patos de goma amarillos.
No sé cómo explicarlo, frente al gran espejo del lavabo, donde me he tomado mi tiempo al lavarme los dientes y la cara para quitarme la pintura de los ojos, me gustaba mirarme porque había un vuelo. Esa semioscuridad tibia me ha tocado, me ha sacado con suavidad (como quien mueve una figura de ajedrez de un cuadrado a otro esmerándose) de mi realidad fluyente y fluida, poderosa, rítmica, apagada. Mi individualidad, mi difuso papel de actriz de reparto improvisado, la turbia claridad de mis ojos ya refrescados con los párpados aún un poco negros, la carne apretada bajo el algodón, ambiciosa de pronto en la silueta reflejada.
Ser todas las cosas porque de pronto ninguna. Afuera, en la calle Amor de Dios, hay pasos y una mujer habla en inglés fuerte y claro, como si no fuera invierno llegan los sonidos a esta casa.
El cuarto de baño, con su desorden pictórico, me ha traído otra vez a la ciudad en la que vivo, al tiempo de esta ciudad cuando la vivía.
El tobogán se ha alzado a mis espaldas, como un zoom. O no era el tobogán, sino el túnel.
Me siento en la taza del váter. A mi lado, sobre el aparato de calefacción de pared, hay una taza vieja con motivos geométricos en la cerámica. Está desportillada. Dentro, un líquido oscuro y posos, con restos del paso del tiempo, sucio. No sé cuánto lleva esa taza ahí encima, y no sé quién dejó su té a medias y lo convirtió en parte de este escenario de la noche.
Es tarde. Tengo que salir de aquí y echarme a dormir.
Las paredes están pintadas de verde oscuro.
Y la puerta es mucho más grande que su quicio. En serio.
12 comentarios:
Creo que en la distancia, e incluso o sobretodo en el desonocimiento, tequierounpco, por estas cosas que me das seguro sin quererlo y por las otras que vienen después en las que tú solo eres la sombra que las acompaña y las apretuja siempre.
...Lo primero debería ser abrazarte, comerte a besos, quitarte el rímel, yo, a tu lado, mientras te miras en el espejo de ese cuarto de baño que describes y a mí me da un vuelco en el estómago...
...Es curioso que después de estar en la cocina, hablando y hablando, tú fumando, yo mirándote, sentados en las sillas altas que Roberto nos dejó en la otra casa y que yo me traje a éstas para hablar así, en la cocina; es curioso que después de eso también yo me quedé pensando en algo parecido a lo que tú cuentas, sólo que tú lo cuentas desde el otro lado, desde quien se queda una noche en otra casa, y le abren un sofá cama, y le sacan del armario una manta, no vaya a coger frío, y yo lo cuento desde quien te saca la manta y te da una toalla y te da un beso de buenas noches explicándote dónde se apaga la luz...
...Es curioso: no sé si hablas de la noche o de la mañana: si hablas de la noche, como me temo, yo ya estaba metido en la cama, pensando en lo que tú dices, tal vez imaginando cómo te quitabas el rímel en el espejo; si era por la mañana, estaba despierto, a punto de tocar la puerta y bajar juntos a desayunar (creo que la última vez que habíamos desayunado juntos se remontaba a cuando tú apenas te habías instalado en Madrid y yo acababa de volver de Nápoles)...
...En cuanto a la taza en el radiador, no es un té olvidado, sino agua ya evaporada con unas gotas de esencia, para que el ambiente no se seque cuando hace frío...
...Te quiero...
Describir a la par lo cotidiano y lo sublime. No sé cómo lo logras.
¿Cómo explicar lo que siento al leer este texto?
Siento... que se para el tiempo, eso es.
Lara, me encanta como escribes. En serio. Un beso.
Querida Lara:
Perdona mi desaparición y tardanza en responder.
Me encantan las casualidades. Y creo que no te acuerdas de mí, pero yo sí de ti... Nos conocimos en una tarde de junio, yo era la acompañante del señor David Leo, que me arrastró a la presentación de Aquí y ahora. Ay!
Gracias por encontrarme, me ha encantado este mundo :)
Besos,
L*
El detalle de la taza de té olvidada es sugerente. No sé porque Migue inventa esa historia inverosímil de no sé qué esencia. Yo he estado en ese baño y aseguro que es una taza de té rojo a medio tomar.
A mí el final es lo que me deja bobo. Porque si hay puertas más grandes que su quicio, hay personas más grandes que ellas mismas.
Ostras, no sabía qué comentar exactamente sobre esta maravilla pero he leído a Nán y he pensado que eso, exáctamente, es lo que yo quería decir.
...Ambos, Larita y David, me pagaréis la desintoxiación: yo siempre he sabido que era una esencia contra la sequedad del ambiente. Esta mañana he querido convencerme (a la vista de que ambos sostenéis que es una taza de té) y he dado un sorbo a la taza. Era esencia, pero no estaba mal. Como, mientras me duchaba, el brevaje ha empezado a colocarme, cuando he salido del baño me he llevado la esencia, la he puesto a calentar en la hornilla y me la he bebido. Voy por mi tercera infusión de esencia, y tengo un colocón increíble. Pero, en serio, puedo confirmaros, incluso en mi estado, que es esencia, no té...
...besos en la boca y carantoñas...
A mí me suele pasar eso también, Acróbata. Sobre todo con este tipo.
Pero no digas que no se agradece que alguien sepa decir lo que a uno, en un momento dado, no le sale.
gracias..
te veo en lo de Luna?
Qué cosa esas tazas que se quedan con restos de tés y cafés por las esquinas... Qué cosas cuentan...
Me gustó mucho ese vaivén. Entre ciudades, cuartos de baño, espejo y reflejo, noche y día... Y encima, me procura propios recuerdos de felicidad, al lado de este vaivén.
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