miércoles, 25 de marzo de 2009

Día de pesca en la franja de Gaza

Las barcas flotan en el agua amarilla que es como una plata. Ha amanecido el día con silencio. El cielo también podría ser amarillo pero el cielo no existe.

Vamos a salir a pescar. Hundir el remo en el mar o encender el motor que ahuyentará a los peces, pocos, que aún arañan la superficie.

Ha llegado la paz pero la paz no existe.

Aunque estemos en un alto el fuego caen amigables misiles a un lado y a otro de las barcas, es como una fiesta. Como el reloj de cuco. No es la guerra, sólo es una advertencia o una premonición.

No se puede pescar con este cielo que tira proyectiles a los peces.

El cielo no existe, pero si así fuera, amarillo, amarillo.

Volvemos a la orilla, se ha acabado la mañana.


Una vez la tierra se llamó

escandalosamente

Galilea.

Era el tiempo de las naranjas. Salía tanto zumo de nuestros árboles que se podía navegar en él. Luego no sabemos qué ha pasado o sí lo sabemos pero no nos acordamos de tantos crímenes de guerra. Desde que mis antepasados pronunciaron la palabra Galilea hasta hoy, la arena seca ha absorbido el jugo de la fruta y lo que podría ser un cielo, por ejemplo, es, por ejemplo, un campo de batalla.


Mi padre siempre decía: los hermanos están obligados a llevarse bien. Ah, pero la semántica es una broma macabra. Del agua como la plata crecen géiseres a un lado y a otro de las pequeñas embarcaciones. Algunas explosionan y se abren como gajos de madera que flotan, muertos.

En esta orilla donde los pescadores observamos, con las manos vacías, cómo se alejan nuestras tumbas, el mundo es una tremenda equivocación.


Este error durará toda mi vida y espero, con sinceridad, que no dure toda la tuya.

Cuando el cíclope despierte de su letargo, bastará un movimiento de pestaña gigante, una agitación de uña, para acabar con este acertijo. Pero el cíclope aún duerme y la tierra se consume y está loca. Mientras pienso en la oscuridad y en la estrechez de los túneles mágicos que llegan hasta Egipto, mientras me doy cuenta de que no me queda en el pecho suficiente oxígeno como para llegar al otro lado, o de que jamás seré capaz de sacar un pez de este mar frente a mis ojos, empiezo a sospechar que el cíclope no existe.

O, peor aún, que el cíclope somos todos nosotros.


Definitivo, el cielo es amarillo sobre Gaza.


Este texto aparecerá en un libro editado en Málaga y coordinado por Jesús Aguado que se llama Lo que ha quedado del naranjo. Palestina en el corazón.



12 comentarios:

Pablo Gutiérrez dijo...

Cíclope, bonita manera de decir tuerto, medio ciego, cegado, etc.

Nota: ver, incluso con un solo ojo, Waltz with Bashir, pronto, pronto.

__ dijo...

Galilea es el paraíso prohibido, hay que estar allí para sentirlo, por mucho que la biblia o el telediario te cuenten,.... todos deberíamos peregrinar una vez en la vida a Palestina.

El apóstata Ignacio desea mucho éxito a ese libro que leerá.

Rubén Darío Carrero dijo...

El horizonte preguntón del desierto. ¡Y tú!, me miras, cualquier tiempo no ha llegado todavía.

NáN dijo...

Besos y más besos y más besos y más besos, ¿qué otra cosa puedo dar?, por este texto emocionante, certero y subterráneo.

Aurélia Jarry dijo...

Un mar de zumo de naranja... Así sos vos... El cielo no existe... Cuando destellan estrellas como este pedazo de texto, parece que sí, aunque es verdad, el cielo no existe... Los cíclopes... Nosotros... Estás tú, con tu mar de vida, y están los cíclopes que nos roban el cielo...
Grande, Lara

Isabel dijo...

Precioso texto Lara, no se puede decir mejor para que al leerlo una se sienta ahí, en ese lugar tan bello y al mismo tiempo tan duro.

Un abrazo.

Libertad dijo...

He tomado prestado un fragmento de este texto, espero que me perdones. Me ha gustado tanto... eran las palabras que necesitaba leer. Un beso

Malgastar esfuerzos dijo...

¡La tierra desprometida!
Pero aquí conviene seguir sin detenerse.
Franzl.

trovador errante dijo...

Triste mundo y tristes ojos que se dejaron cegar. Las banderas y los credos siempre acaban en sangre. No es difícil la paz, es el estado natural.

Shalom Lara

eskaraboquio dijo...

me gustó mucho esto...duro y hermoso

AROAMD dijo...

escandalosamente Galilea
(subrayo)


la relación fraternal con un cielo amarillo y naranjos enjutos, fantasmaales

ILSA dijo...

Inmenso.
Hermoso.
Y lo malo es que es real.

Gacias por el temblor de los sentidos.