(Casi va a hacer un año, y últimamente recuerdo con insistencia estos días. La soledad deliciosa y obligada que me trajo la ciudad.)
París, 2 de enero de 2006
Cimetière Montparnasse
(Sentada encima de una tumba, comía queso, salchichón y pan. Una parejita de argentinos o bolivianos o mitad y mitad, se acercó y tuve que dejarles el lugar y luego hacerles una foto. No sonrieron en ningún momento y volvieron a marcharse.)
Aquí dan ganas de prometer cosas. Dan ganas de aferrarse a la vida, de no escapar de esta disciplina, de ahuyentar a las nubes.
Es como si no estuviese sola. Como si fuese doble.
Un guante en mi mano izquierda y el sol vuelve a taparse.
Casi le prometo no volver a copiarle, pero de qué me sirve.
No siento el amor en este cementerio, siento la pluralidad.
Las calles que se acercan y me encienden de luces la cara.
Aquí, de repente, no sé cuántos años tengo, ni a cuántos seres he amado, ni qué debo hacer en esta vida más que escribir, y andar. Cruzar los puentes de piedra. Oír el murmullo turbulento del Sena.
Tumbas excesivamente limpias, y excesivamente solas. Un señor habla con su muerta, cada tres pasos se da la vuelta, mira el cemento, se persigna. Debe de estar loco. Loco de sí mismo. Adorable.
Qué cosas extrañas hace la gente en los cementerios. Oler el perfume dulzón de las flores mojadas, que van pudriéndose poco a poco (o quizá no, aquí la descomposición adquiere la velocidad del rayo, o de los aviones). Es un olor raro. Pero el color de los pétalos sobrevive, y todo está un poco mojado, con una humedad fría y verdosa, excesivamente abultada. Flores que se están muriendo y aguantan su belleza de forma macabra.
Qué cosas extrañas.
(Foto de Alessandra Sanguinetti)
18 comentarios:
Sí, flor que te estás muriendo y aguantas tu belleza de una forma... ¡adorable!
Un texto sereno (en una primera vista). Bastante por encima de la foto (en una segunda vista).
Y lo considero una promesa, lo de más que escribir.
Recuerdo una boda con estrambote. Yo era el testigo, por lo civil, y mis amigos se casaban con bandera rojigualda y dos jueces estándar. Repitieron lo que los entogados les dijeron y los dieron por casados. Después de "por el artículo tal y cual quedan ustedes atrapados en la red del matrimonio y tal" lo primero que dijo el juez fue, "ah, son ustedes argentinos, no? ¡me encantan sus cementerios!", a lo que siguió una disertación sobre el fantástico mundo de los cementerios, previo beso de los novios, claro.
Hizo bien el juez, adelantando sensaciones.
No conozco aún los cementerios argentinos, éste era muy europeo, aunque el que estaba bajo la piedra sí era del más allá del charco.
A ver si me paso por lo tuyo, que te tengo abandonao.
¡Beso!
Igor, otro beso para ti.
para ser precisos y rigurosos, el de bajo la piedra fue de donde fue, pero era ya de debajo del charco.
Yo viví en Montparnasse, palpando casi la piedra del cementerio cuando me levantaba por las mañanas. Hubo muerte en esos días en el aire (era septiembre, seis años atrás).
Con la boca aún pastosa de la siesta me encontré con un salón lleno de estudiantes pasmados ante el televisor. Todos, hasta el portero, habían bajado a ver por la ventanita aquel infarto de fuego y morbo.
Todo era muerte y fin, y principio de más muerte y más fin. París tenía entonces las papeleras tapiadas y muchos corazones que infartar. Uno de ellos nos daba sombra: la torre de Montparnasse.
Delgadamente (de perfil, casi), dejé mi puesto, me escurrí entre perros policía, y gente que apretaba la prensa vespertina entre baguettes y primorosas cestas de grosellas. Las aceras del bulevar lucían más anchas que nunca.
Y allí, en el centro de la muerte, sobre una lápida blanca, con un escritor bruselense del que había oído hablar mucho debajo, observé los abejorros asustados zumbar alrededor de la torre.
Silencio y sirenas, de fondo. Qué plácido saberse en el centro oloroso de una muerte tan sencilla, tan viva, tan elemental, y qué miedo tras las tapias. Hirviendo, la muerte abstrusa, la muerte muerta, inhumana.
Hay veces que te pones, Belier, y demuestras que tienes lo que te mereces: ni una mano de más, ni un seno de menos.
Te recomiendo "Forever", una película que vi en el Festival de San Sebastián y que es sobre el cementerio de Père-Lachaise, esquivando sabiamente a Morrison y centrándose en Proust, Apollinaire y un buen montón de desconocidos.
Más que una película es un documental, pero no se hace demasiado larga. Desconozco si llegará a distribuirse en España...
Besos!
Gracias, Guille!!
vengo, me cuelo aquí. iba a decir una cosa:
iba a decirte, Lara, que tu texto era extrañamente relajante y tranquilizador, y que me daba ganas (más) de volver a París. Y que me gustaba mucho.
Pero entonces leo los comentarios, y encuentro algo que dice Belier Belcán que también da ganas de volver, por otros motivos, algo que no es nada tranquilizador, pero también me gusta.
Así que al final he dicho dos cosas...
A Nán
Si me vas a hacer desmerecer un seno culpando a la inconstancia de las letras, tendré que retarte a weapon of choice por los tejados de Malasaña. (Lo de la mano me da igual).
Fdo: el Vengador de Belcán
Al vengador y etc: ¿qué opinaría un psiquiatra de tus variantes multiplicidades contrapuestas en cuestión de comentarios de los blogs?
vega. Qué bien que aparezcas. Cuando escribí el texto yo estaba enormemente relajada, que viene a ser en estos tiempos enormemente feliz, pero más de uno habéis diho lo de relajación y tal a partir del texto, no del momento vivido, cosa que me alegra.
A belier, habrá que comérselo con patatas fritas y un poco de mayonesa, y relamer el plato.
Abrazos para todos.
nán habló de merecer, no de desmerecer, pero yo, que soy de verdad NáN, y no nán, tengo ganas de una buena bronca por los tejados de cualquer lado. Y digo ahora que no te mereces lo que te mereces.
Así que te propongo, Vengador, que dejes un rato a la de la psiquiatría con los muertos y nos demos unos chutes de algo por ahí.
Luego, bien remojadito en alcohol, por ejemplo, que perfuma mucho, quedas servido para la caníbal esa, capaz además de estropear una receta exquisita con mayonesa y patatas fritas... ¡Puah!
Joder, Nán. Es que a veces te pones y dices unas cosas que no se sabe si estás echando la bronca, insultando o elogiando...
Y no es por nada, pero yo he almorzado hoy patatas fritas revueltas con huevo que estaban para chuparse los dedos. No siempre hay que votar a la alta cocina.
pues estaba elogiando porque me gustó mucho lo de belier. Y ya sé que 'tienes lo que te mereces' y 'te mereces lo que tienes' son difíciles de situar.
El riesgo, sin embargo, ¡es genial! (Si L hiciera algo bien y le dijeran que se merece lo que tiene, estarían diciendo que soy un premio, ¿no? El jodido contexto interno, mediopensionista y hasta el externo, que da tanto juego y tantos sinsabores).
Y claro, patatas fritas con huevos... mmm. Pero a Belier, que no sé quién es, pero lo imagino aromático y sabroso, ¡la mayonesa le sobra!
En cuanto a alta cocina, la aborrezco (ya sabes, cenar, puah!)... pero ciertos gustos sencillos, como lo que has comido hoy, me llegan al cerebro y le dan vértigo.
¡Ay! ¡Hoy me estoy aburriendo aquí como pocas veces! (suma y sigue) ¡Desde la otra noche tengo farigitis, ronquera y una cierta sensación de flotar desagradable! (suma y sigue) no avancen más estómagos delicados¡Se me ha infectado un dedo, putos teclados, y, abultado de una pus blancoverdosa, me hace polvo cada vez que rozo con él una tecla!
Pero he de reconocer que después de escribir lo anterior, me siento más entonado.
Las palabras, ¡qué fuerza tienen!
A veces habría que botarla.
Con tanta patata frita me ha dado hambre. ¡Una de caracoles por aquí! Ah, y para el duelo malasañero, me pido ser el padrino del vengador y elegir las armas... mmm, ¿tirachinas de repetición?, ¿cerbatanas Bic?, ¿indirectas sin silenciador?, mmm, no, mejor: "sabenaquelquediu" eugenianos, pero no vale dar en las partes blandas.
yo había pensado en cócteles de mezcal, que dejan muy buen cuerpo y así después le llega a la niña el cuerpo que le tiene que llegar en un buen estado de cocción.
Pero se te acepta igual como padrino y te comprometes a probar los cócteles no vayan a estar envenenados.
westerlia dijo...
Ya había pasado por aquí, hoy dejo constancia de mi paso y te sumo a mis canales navegables.
Un placer leerte.
W por aquí y yo haciendo el imbécil.
Publicar un comentario